sábado, 16 de abril de 2022

Etapa 5: De Rabanal del Camino a Ponferrada (33 kms)

 


Salimos de Rabanal por la calle Real, y 50 metros antes del km 23 de la LE-142 cruza la carretera y camino un carril de agua, ahora seco, para la mina de oro de la Fucarona. Ahora carretera y camino se confunden. Desde el km 26 y 27 el camino perdido trepaba por la derecha. Reaparece luego y sigue paralelo a la carretera hasta la localidad de Foncebadón

El camino recorre toda la calle real de Foncebadón, con un recorrido de 1 km hasta encontrar la carretera de nuevo. Pasado el caserío nos encontramos una charca y un escuela a la derecha y una torre a la izquierda. Parece que aquí se localizaban las construcciones de la hospedería y monasterio del siglo XII. El pueblo asentado en la ladera oriental del Monte Irago suena mucho en la documentación medieval, y es uno de los lugares celebres de la ruta. En esta localidad se celebró el Concilio del siglo X. En el siglo XI un ermitaño Guacelmo fundó una alberguería, un hospital y una iglesia para atención al peregrino. Instituciones favorecidas de privilegios por los reyes de España, desde Alfonso VI de León hasta la guerra de la Independencia.

Después de cruzar el pueblo, el camino hace una gran curva a la izquierda, atraviesa un arroyo e inicia el ascenso a la carretera, comenzando a verse la mítica Cruz del Ferro. Ese extraño montículo de piedra con una cruz de hierro clavada en lo alto de un mástil de madera. Originariamente sería una muria divisoria entre la Maragatería y el Bierzo. Siguiendo la tradición pagana, los viajeros debían echar una piedra al montículo, piedra que debían haber recogido en su lugar de inicio del camino. Este rito permanece vigente hoy en día entre los numerosos peregrinos que hacemos la Ruta Jacobea.



Pasamos el monumento y la ermita, situados a 1.492 metros de altitud, y seguimos camino sobre el trazado de la carretera iniciando ya el descenso del monte Irago. A nuestros pies la hoya del Bierzo con su gran contorno de montaña. Enseguida llegamos al pueblo de Manjarín, que en otro tiempo tuvo hospital. Continuamos descendiendo embelesados en la contemplación del gran anfiteatro de la Hoya del Bierzo. 

A la altura del km 38 vemos a la izquierda la sima donde se asienta el poblado de Compludo. Allí fundó en el siglo VII su primer monasterio San Fructuoso, padre del Monacato y de la Tebadia Berciana. Su herrería, la Ferrería de Compludo, se ha restaurado y aún sigue funcionando y se puede visitar.

El camino entra ahora en el pueblo de El Acebo pasando al lado de la fuente de la Trucha. Desciende luego por medio del pueblo. Podemos ir contemplando las características casas con escaleras exteriores, avanzadas solanas o corredores sobre la calle y techos cubiertos de pizarra, ofreciendo un nuevo aspecto de vivienda rural. También aquí hubo hospital de peregrinos, y, en la iglesia, valiosa talla de Santiago Peregrino, románica.

A la salida del pueblo, a la izquierda, antes del cementerio, un mal camino de herradura lleva hacia los puentes del Mal Paso a 5 km en las fragosidades del rio Meruelo. Son notables construcciones romanas para uso de las Miédulas de Espinoso de Compludo.

Seguimos descendiendo por terreno limpio de árboles y arbustos. Después del km 42, en plena curva, frente a un depósito de agua el camino aparta a la izquierda y corre hacia Riego de Ambrós. Entramos por la parte alta del pueblo y, recto tras un pronunciado descenso llegamos a la fuente, la pasamos y a 50 metros, apartas a la derecha. Descendemos al valle y salimos de nuevo a encontrar la carretera en el km 11. Riego de Ambrós tuvo hospital, por lo menos desde el siglo XII, templo parroquial de la Asunción y las ermitas de San Fabián y San Sebastian a la vera del camino. 

Pasado el km 11 el camino trepa por la derecha bordeando el monte, castaños añosos con nudos y arrugas semejando fantasmas vivientes nos acompañan. Descendemos bruscamente a través de un largo trayecto de pavimento rocoso hasta llegar ya por carretera a Molinaseca. A la derecha el santuario de Las Angustias. Atravesamos el Meruelo por el puente Románico que nos introduce en la calle Real. Adelante, en la esquina con la calle Torre la casa que se dice habitó doña Urraca. Más abajo , la mansión torreada de los Balboa. Al final de la calle Real, el Hospital de Peregrinos y, presidiendo la plaza que allí se forma, el crucero pétreo que sostiene una capillita con un Santo Cristo, al que siempre hemos visto con flores.

A partir de Molinaseca, nada más rebasar el km 6, a la izquierda se levanta la ermita de Santa María. 300 metros más adelante la de San Lázaro, hoy desaparecidas. Un poco más adelante la ermita de San Roque. Desde esta ermita el camino pasa a la derecha y avanza cercano a la carretera hasta el km 3,500. Este punto marcó la bifurcación de 2 rutas, buscando los pasos más fáciles de los ríos Boeza y Sil.

a) Ruta del paso de la Barca. Sigue el itinerario de la actual carretera salvando el río Boeza por un moderno puente del siglo XIX. El puente romano, anterior, se hundió en el siglo XVIII, poniendo una cofradía una barca a disposición de los pergrinos, ya que el actual no se reedificó hasta el siglo XIX. Allí se formó el pueblo de Pomboeza, presidido por la ermita de nuestra Señora del mismo titulo. Otra en honor de San Blas, una hospedería, un hospital y, más tarde un convento de PP. Agustinos. El pueblo desapareció, pero, todavía se le sigue llamando a este puente San blas y Paso de la Barca.

b) Ruta de Campo. Desde el km 3,500 apartas a la izquierda, atraviesas el arroyo Valdegarcía y sigues el viejo camino que todavía lleva el nombre de los gallegos. A 300 metros a la derecha queda la fuente Medieval. El camino baja en pendiente a la derecha del pueblo. Campo es un bello  pueblo lleno de encanto, colgado de una ladera. La plaza está flanqueada por la ermita del Santo Cristo, por la escuela y la casa Rectoral, ahora mesón. Edificaciones todas de sillería. Fuera del pueblo se encuentra la iglesia parroquial del siglo XVII. Seguimos bajando por la calle Francesa. Al final nos encontramos la carretera que parte del puente sobre el río Boeza. 

El camino sigue a la derecha acercándose al río por entre el pueblo nuevo hasta alcanzar la carretera de Villar y, entre las casas, con el Boeza a la derecha, desembocamos en la carretera de San Esteban de Valdueza, que llaman de Sanabria y en el puente Medieval titulado Mascarón. Pasado el Boeza por este puente entramos en el barrio ponferradino de la Borreca y en la carretera de Sanabria y nos adentramos siguiendo el camino francés en el centro de  Ponferrada. 

Antes de la construcción del Castillo de los Templarios y del Santuario de la Encina en el siglo XI Ponferrada era un encinar. Hoy, después de unos años de pujanza económica e industrial gracias al sector minero y energético, se encuentra en un proceso de recesión económica debido al desmantelamiento de su central térmica y al cierre de las minas de carbón y, subsiste a duras penas gracias al sector turistico y de servicios. 

En Ponferrada hay varias opciones de alojamiento, nosotros nos alojamos en el Albergue Parroquial "San Nicolas de Flüe", en pleno casco histórico de la ciudad (Calle Obispo Camilo Lorenzo, 2, Ponferrada), que cobra el donativo.


El Bierzo, a pesar de ser una de las comarcas más ricas de Europa a nivel agrícola y gastronómico, en la que existen 6 denominaciones de origen, y con una riqueza paisajista y de recursos naturales inigualable  ve como paradójicamente pierde población y pujanza, olvidada por los poderes públicos y abandonada a su suerte. 

Paradójicamente esta circunstancia de abandono y dejadez lo hemos venido observando a lo largo y ancho de nuestra Vía del Oro: Los Romanos extrajeron miles de toneladas de oro de las tierras por donde discurre nuestra ruta, y avanzando en el tiempo toneladas de carbón fueron extraídas para producir electricidad y alimentar industrias situadas en otros lugares alejados de su lugar de origen. 

En siguientes etapas apreciaremos otro fenómeno similar con la extracción de la pizarra en la Cabrera y en Valdeorras, donde hemos podido apreciar como las grandes multinacionales hacen el agosto con su producción dejando a cambio un paisaje desolado. También  las grandes empresas eléctricas han visto su gran oportunidad de negocio colocando cientos de molinos de viento y  estaciones fotovoltaicas en parajes de una gran belleza para iluminar las grandes ciudades o, permitiéndose el lujo de vaciar pantanos a su antojo. ¿Hasta cuando va a permitirse semejante despropósito? Debemos detenernos  a reflexionar por un momento y, plantearnos si otro modelo económico y energético es posible.




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