Salimos del hostal las Torres dirigiendo nuestros pasos hacia la derecha hasta toparnos con el río Sil. Lo cruzaremos entrando en la primera población de Galicia: Quereño.
Nuestra ruta sigue hacia la izquierda cruzando el pueblo y, siguiendo en ascenso seguimos el curso del río contemplando su lento discurrir durante todo el trayecto.
Atrás hemos dejado las otras dos alternativas que se nos ofrecían:
a) Una que nos hubiera llevado hacia Biobra, Rubiá y O Barco de Valderorras pasando por Víbora.b) La otra, más corta, seguiría la margen izquierda del río por una calzada romana secundaria y, que nos hubiera llevado por carretera hasta O Barco de Valdeorras.
La alternativa que elegimos en esta ocasión nos conduce por el Valle del Oro a Sobradelo, donde es obligado detenerse para contemplar el magnífico puente.
Previamente, habremos pasado por Pumares y Nogueiras, pueblo en el que se nos muestra un antiguo horno de pan y, una curiosa imagen de una Virgen Blanca que nos da la bienvenida en el interior de lo que pudo haber sido una antigua ermita, hoy derruida.
Siguiendo la ruta, la siguiente aldea después de Sobradelo es Éntoma que nos recibe con un bonito puente muy bien restaurado y, siguiendo por la margen derecha del río, caminando ya entre viñedos asentados en bancales, llegamos a O Barco de Valdeorras.
La capital comarcal nos ofrece la oportunidad de visitar sus múltiples bodegas, en las cuales es obligado catar la excepcionalidad de sus vinos, marcados por los terrenos auríferos sobre los que se asientan las cepas. En O Barco se juntan todas las alternativas anteriores.
Después de un recorrido urbano llegamos al paseo del Malecón, que nos llevará girando a la derecha a la Rúa Ourense. Siguiendo por ella hasta el final y luego virando a la izquierda por la calle Eulogio Fernández, saldremos de la ciudad con dirección a Villamartín y A Rúa de Valdeorras.
Nuestro recorrido se confunde en algunos tramos con la Vía Nova y nos lleva a pasar por las localidades de Vegamuiños, Biobra, donde tenemos la opción de visitar el Monasterio de Xagoaza. Para ello hay que tomar un desvío señalizado a la derecha.
Continuamos trazado sobre la Via Nova y enseguida llegamos a A Pobra, en cuya iglesia podremos observar restos románicos de los siglos XI y XII en las fachadas sur y Este. De esta época son también la ventana y el ábside con canalillos. Uno de ellos muestra una particularidad curiosa: un hombre tocándose los testículos y con bocio en el cuello. Esta es una deformación muy común en estas tierras. Ya en el interior de la pequeña iglesia podemos observar restos de pinturas murales del siglo XV. Su retablo mayor contiene pinturas de la Asunción de la Virgen de la Misericordia protegiendo a diversos personajes entre los que se encuentran el emperador Carlos V.
Finalizada esta corta visita continuamos nuestro recorrido llegando a la localidad de Arcos y, tras un agradable paseo ribereño por el rio Sil, ya embalsado por la cercana presa de Santiago, llegamos a Vilamartín y, en apenas 6 km a A Rúa de Valdeorras, a orillas del embalse.
A la entrada del pueblo nos da su bienvenida la capilla de San Roque con su hermoso crucero. Es obligado detenerse por un momento en este lugar, que invita a la relajación y a la contemplación del paisaje idílico que nos envuelve.
Entrando ya en el centro de A Rúa recordamos que contó en su día con albergue de peregrinos, situado en las proximidades de la majestuosa iglesia de Fátima.
Hoy en día no nos consta que lo haya, pero sin embargo tenemos otras alternativas de alojamiento, y a buen precio, para quedarnos una noche y disfrutar de lo mucho que este pueblo ribereño nos ofrece.
Aparte de las muchas posibilidades de ocio que el pantano tiene, hemos de visitar la iglesia de Santo Estevo:
De estilo Barroco, esta iglesia destaca por su bóveda con linterna que cubre el crucero y, a modo de entrada, por la maciza torre con tejado a cuatro aguas y cubierta de pizarra. De época romana destaca la placa funeraria de Pompeio Reburro, emplazada en la fachada de la iglesia anteriormente mencionada, que fue encontrada en la Cigarrosa y dataría de los siglos II y III. En ella se nos narra la vida del hijo de Valdeorras que llegó a formar parte de la guardia de la Cohorte VII Pretoriana.
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